
Con la cuarta reforma tributaria en 34 meses del Gobierno de Rafael Correa incorpora la “conversión del anticipo del Impuesto a Renta en un impuesto mínimo obligatorio”, que no será devuelto aunque las empresas tengan pérdidas o que el impuesto final sea menor que el anticipo. La reforma publicada el 23 de diciembre en el Registro Oficial, entra en vigencia a partir de enero del 2010.
Los empresarios, quienes tendrán que programar en su esquema anual el pago del denominado ‘impuesto mínimo’, que está en relación directa con la declaración con el Impuesto a la Renta e independiente de si se tuvo pérdidas.
El monto a pagarse será el equivalente a la suma del 0,2% del patrimonio total, el 0,2% del total de costos y gastos deducibles, el 0,4% de los activos totales y el 0,4% del total de ingresos. Sin embargo, la ley contempla la posibilidad de descontar los valores pagados de la retención en la fuente.
Y quienes están en prensa y la industria gráfica tendrán que asumir el pago de un tributo adicional: el 12% del Impuesto al Valor Agregado (IVA) sobre las importaciones al papel.
El anticipo del impuesto que fuera creado antes como una ayuda del contribuyente a las finanzas públicas y le entrega recursos antes de que concluya el período en el cual se genera la obligación fiscal, con el derecho de efectuar la liquidación correspondiente para que proceda el pago final o no del impuesto que corresponda. Con la reforma, esto ya no será posible.
Esta nueva política tributaria de “perfeccionar” el anticipo de la ganancia real, para que no caiga en una injusta exacción, como sucede en varias legislaciones como la argentina, por ejemplo, debería admitir la prueba en contra, es decir el Estado puede presumir en cuanto a ganancias, que alguien va a obtener digamos no menos del 10 por ciento de sus ingresos, pero, debería admitir al mismo tiempo que el contribuyente demuestre que no ha conseguido el nivel presuntivo de ingresos porque de lo contrario se estaría efectuando una confiscación.
La reforma aprobada esta condenada a traer resultados socialmente regresivos. Producción, inversión y precios serán afectados. Y con ello, castra el empleo, el consumo y el progreso.
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