Frente al proyecto de Ley de Comunicación (“Mordaza”, calificado así por la oposición), que tiene serios reparos en el país por atentar a la libertad de expresión, ha sido también cuestionado por parte de 3 instancias internacionales.
Hernán Pérez Loose (El Universo, 22 diciembre 2009) destaca que, no obstante la contundencia, especialmente del informe de la Relatoría de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Mr. Lengua (Presidente Correa) el día sábado anunció al país que “la OEA había felicitado y alabado el proyecto de ley preparado por la dichosa Comisión Ocasional de la Asamblea Nacional, que preparó el proyecto de Ley. Los tres informes –OEA, ONU, Unesco– dejaron por escritos serios reparos al proyecto. Y a pesar de eso Mr. Lengua dice lo contrario. ¿Cómo puede mentirse tan groseramente al país de esa manera? Pero lo más increíble es que luego Mr. Lengua critique a los medios de comunicación porque a su juicio no dicen la verdad”.
Frente a los hechos, anota Pérez, “el país ha terminado por acostumbrarse al abuso verbal, a esta suerte de diarrea de exageraciones, mentiras, medias verdades y tergiversaciones. O al menos el Poder cree que el país ya se acostumbró a esta forma de gobierno. Y es probable que sea cierto. No es la primera vez que el Ecuador ha terminado presa del encanto verbal de un demagogo. Muchos de estos encantadores de serpientes han pasado por el tren de nuestra historia. A la sombra de ellos, otros se han enriquecido locamente. Por suerte no han durado mucho”.
Cuál es el problema con reconocer que el proyecto del oficialismo es malo. Que es un proyecto que no solamente viola los tratados de derechos humanos de los que somos parte sino que, además, no cumple ni de lejos con los propósitos de una ley moderna de comunicación. Para Mr. Lengua un reconocimiento como este sería derrota. Y en la visión mesiánica de estos caudillos, la política no es una búsqueda compartida de políticas públicas sino la lucha y derrota del adversario. Y, no se trata solo de la ley de comunicación, sino, de un estilo incompatible con la democracia, acota Pérez.
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