Al dar explicaciones de los problemas económicos que acosan al país, el Presidente Correa ha señalado en reiteradas ocasiones que aquellos han sido provocados por la crisis internacional.
Se recuerda que la crisis financiera internacional se derivó del "colapso de las hipotecas" que no fueron honradas en los Estados Unidos, sumado a la quiebra de algunas instituciones financieras claves, por las “piramidaciones” no reguladas. Esto produjo una gran desconfianza en el mercado estadounidense primero y mundial después. Y se llegó al extremo de que los bancos se resistìan a prestar. La contracción de crédito fue sintomático.
La mayoría de países en desarrollo vieron, cerradas las fuentes de financiamiento externo. Al Ecuador, reconoce Vicente Albornoz (El Comercio, 18 oct 2009) no le afectó la restricción, porque con los temas de las "deudas ilegítimas", y el manipulado “no pago” perentorio de las mismas, a nuestro país ya le habían cerrado un buen tiempo atràs las puertas del financiamiento.
Donde nos ha golpeado la crisis, aunque el daño ha sido bastante limitado, es en las exportaciones. En general nuestras exportaciones estuvieron, en los primeros ocho meses de este año, en niveles similares al mismo período de 2007. Si bien han caído respecto a 2008, también es cierto que ese año fue absolutamente excepcional, con precios inusualmente altos para muchas de nuestras exportaciones, destacó Albornoz.
En petróleo, todo indica que vamos a cerrar el año con un precio promedio superior a los USD 52 que tuvimos en 2007. Si bien es un precio alto, hay que reconocer que es menor que los espectaculares USD 82 de 2008. Por su parte, las exportaciones de banano, café, cacao y pescado van a ser en este año superiores a 2008.
La crisis no nos vino de afuera sino que la produjimos adentro reitera Albornoz. El año pasado, un desaforado gasto público soltó más recursos de los que el país podía absorber, con lo que desequilibró la economía. Una desatinada crítica y represión a la inversión privada ahuyentó a los inversionistas y una descontrolada generación de leyes (como la Constitución, las dos reformas tributarias y el Mandato 8) complicó todavía más el panorama. Para enervar la situación, el Gobierno no ahorró en ese extraordinario año de 2008, sino que se dedicó a gastarse los ahorros que heredó de gobiernos anteriores.
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