
En la visión del Gobierno de Correa prima el rescate del papel protagónico del Estado en las gestiones para promover el desarrollo, lo cual, al decir de los expertos, resulta ser fatal para el Ecuador. Y más allá de los USD 1.550 millones que el Gobierno ha recibido de “préstamos” de parte del IESS, ahora se incursiona en una nueva aventura: el “Banco del Afiliado”.
Walter Spurrier destaca (El Comercio, 22 diciembre 2009) que: los propulsores de un papel secundario del Estado en la economía argumentan que las entidades económicas estatales se politizan, les falta motivación para ser eficientes ya que el dueño del dinero -el pueblo- no tiene cómo pedirles cuentas; en suma, pierden plata. La experiencia ecuatoriana abona a esa tesis.
El peligro, anota Spurrier, es que los nuevos y fortalecidos entes pasen a ser colmenas de zánganos sin obreras; a ser instrumento de objetivos electoralistas; a perder dinero y requerir capitalización tras capitalización.
Spurrier considera que “Si se repiten las taras del pasado, el “neoliberalismo” llegará con fuerza. No digo volverá, porque nunca estuvo, precisamente porque incluso funcionarios de los supuestos gobiernos privatizadores lo resistieron”.
Los acontecimientos de las últimas semanas con respecto a la banca pública abonan a la tesis que se retorna a los errores del pasado. A los “neoliberales” se les atribuyó el deseo de hacer desaparecer al Banco Central. Pues el que lo desaparece es la “revolución ciudadana”. Se lo convierte en dependencia del Ministerio Coordinador de la Política Económica, por el crimen de querer establecer condiciones, que pondría todo banquero, para desembolsar enormes sumas de dinero, señala Spurrier.
Ahora con el nuevo Banco del Afiliado, establecido con fondos de los afiliados al Seguro Social (IESS), anota Spurrier, no hay seguridad de que se actúe conjugando la prudencia con la rentabilidad. De ello depende la jubilación de quienes hoy trabajan y aportan con más del 20% del costo directo que sufragan los patronos.
Por ello, Spurrier se pregunta: “¿Permitirá el Presidente la institucionalización de este banco o lo conminará a entregar sus fondos al Gobierno a tasas ínfimas, para subsidiar programas de interés político? ¿Se repetirá con los fondos del Banco del Afiliado lo que se hace con la reserva monetaria? ¿Tendremos un sector público institucionalizado o personalizado?”.
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