
Ecuador sigue siendo uno de los países más corruptos de la región y del mundo, ubicándose en la posición 150 de 179 países en el Índice de Percepción de Corrupción (IPC) 2008 de Transparencia Internacional. ¿Por qué, a pesar de estar todos preocupados por la corrupción y de existir múltiples programas para combatirla, nunca hemos podido reducirla eficazmente? Gabriela Calderón (El Universo 4 ene 2008) reseña las siguientes reflexiones:
Enrique Ghersi, coautor de “El otro sendero”, explica que la corrupción es un efecto y no una causa. Es decir, se piensa que como somos demasiado corruptos no funciona el sistema, la democracia y la ley, cuando es exactamente al revés. Según Ghersi, “como no funciona el Estado de Derecho, como no funciona el sistema institucional, se produce la corrupción como una alternativa para que la gente pueda desarrollar sus diferentes actividades económicas”.
Gustavo Coronel, ex funcionario de Transparencia Internacional, cree que hay tres factores que fomentan la corrupción: los motivos para ser corruptos (como los salarios bajos), las oportunidades para cometer actos de corrupción (no hay rendición de cuentas, ni división de poderes, ni fiscalizaciones) y la impunidad al hacerlo (no se castiga a los responsables de la corrupción).
Mientras que no lo entendamos como los señores Ghersi y Coronel, destaca Calderón, podríamos crear todas las secretarías, comisiones y ministerios que queramos para combatirla, pero la corrupción seguirá ahí.
Si antes había amplias oportunidades para cometer actos de corrupción en el Ecuador, Calderón anota, que ahora se han aumentado con los estados de emergencia los cuales permiten al Presidente, entre otras cosas, obviar los procesos de licitación. Aun bajo un estado de emergencia la Contraloría General del Estado tiene que realizar un control antes de la ejecución de los proyectos para evitar el desperdicio de recursos. Al presidente Rafael Correa, no obstante, le parece que este control debería ser posterior a la ejecución de obras, porque “crea un nido más de corrupción y se da lugar a coimas”. Es muy difícil creer que concentrando el poder todavía más se va a reducir la corrupción.
Ha sido demostrado, remarca Calderón, que los países con economías más libres –entendidas como aquellas con una sólida protección de los derechos de propiedad y de la libertad individual de intercambiar servicios y bienes– suelen tener menos corrupción. Mientras más poder y discrecionalidad tengan los funcionarios públicos suele haber más corrupción.
Así, ha pasado en Venezuela, por ejemplo. Así, aquí en el Ecuador, se le abrió más las puertas a la corrupción en el actual Gobierno, más allá de la verborrea de Correa que vocifera por la soberanía, la dignidad,la patria, la....
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