
La “revolución ciudadana” a la luz de la desbocada corrupción que se encuentra en la gestión pública, ha pasado por ser un monumento a la “robolución”, misma que no es perseguida por los organismos de control ni por la Asamblea Nacional. Y la impunidad campea.
Lo dicho se confirma con “El discreto encanto de la revolución ciudadana”, libro de autoría de Napoleón Saltos, Fernando Villavicencio, Christian Zurita y Luis Aráuz.
El referido libro, que “rezuma sangre y lodo de la cabeza a los pies” y que es sintetizado por Jorge Vivanco (Expreso, 26 noviembre 2009) destaca que: “con aplastantes pruebas salidas en la mayor parte de los archivos del sector público, demuestra la intervención de “mafias y gánsteres”, en proyectos como los poliductos y la empresa Setemi, el caso Prada Cortez, el de Ecuavital, el inflamable negocio del GLP (su almacenamiento), Ecorterm y Trafigura, la planta Monteverde, el caso Armadillo, Palo Azul, la lista de Christian Zurita, Fabricio Correa, el robo de documentos y cerca de una decena de casos más.
Se incluye el “Caso Odebrecht por la mal construcción de la Central San Francisco” con los famosos “adéndums” y el escándalo desatado; las contrataciones espúrias e ilegítimas de exploración y explotación de hidrocarburos en las que han estado envueltas Petroecuador y otros;….
La prensa independiente se ha hecho presente para informar las denuncias formuladas y las investigaciones realizadas. Frente a esto, el Presidente Correa la ha descalificado, como “prensa corrupta”.
El constante maltrato a los medios, dio lugar para que la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), se quejara contra el Ejecutivo por la falta de respeto a la libertad de informar.
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